Tener no es poseer, porque poseer no es amor
Aún hoy en día, muchas personas confunden el hecho de poseer con el verdadero amor, algo en lo que se encuentran terriblemente equivocadas. ¿Alguna vez ha funcionado el hecho de poseer en una relación? ¿Por qué surgen problemas si pensamos de esta manera?
Hoy descubriremos las grandes diferencias que existen entre tener, poseery lo que esto tiene que ver con el amor o no. ¡Vamos allá!
Ni el amor es una jaula, ni la libertad es estar solo. El amor es la libertad de volar acompañado. Es dejar ser, sin poseer
Tener a alguien no es poseer
Aunque en un primer momento creamos que tener y poseer tengan algo que ver, la verdad es que en cuanto a relaciones hay un gran abismo entre estos dos términos. Tener a alguien no implica, en absoluto, posesión alguna y esto es algo que tenemos que tener muy en cuenta.
Tener a alguien significa que contamos con esa persona tan especial a nuestro lado sin que se vea obligada a ello. Esa persona a la que amamos y deseamos, pero que sabemos que es libre. Ella nos brinda su compañía, nos quiere, comparte su vida con nosotros, pero lo hace de forma completamente libre.
Poseer, en cambio, implica muchas veces inseguridad porque, como hemos dicho, las personas no son objetos. Las personas vienen y van, entran en nuestra vida y salen de ella. A pesar de que contemos con ellas en nuestra vida, no podemos retenerlas porque no las poseemos.
Poseer no es amor, poseer es inseguridad, es miedo, es afán de agarrar lo que no puede ser retenido.
Confundir el amor con la posesión
¿Cómo sabemos que estamos confundiendo el amor con la posesión? La máxima manifestación de esto son los celos. Cuando una persona es excesivamente celosa, esa persona quiere poseer a su pareja. Quizás tenga una concepción errónea de lo que es el amor, tal vez no sepa que hay un miedo para nada justificado detrás.
Si nuestro amor es solo un hacer para poseer, no es amor. Thich Nhat Hanh.
Pero, si profundizamos aún más sobre este tema, nos encontraremos con situaciones mucho más difíciles como puede ser el maltrato, tanto psicológico como físico, que afecta a muchas relaciones. El maltrato no deja de ser otra forma de posesión, de marcar el territorio, de tener el poder.
Es por esto por lo que confundir el amor con la posesión no es solo una cuestión banal, sino que lleva a situaciones nada agradables que destrozan las relaciones y, sobre todo, a las personas. Pero… ¿Por qué se llega a estos extremos? ¿Por qué cuesta tanto no poseer a los demás?
Tal vez sea por las tantas historias de amor que hemos visto y que aún nos siguen prometiendo finales felices. También, por esos «juntos para siempre» que es la descripción simple, adornada y perfecta de la verdadera posesión.
El amor libre, el amor perfecto
¿Cuántas veces has iniciado una relación y has sido consciente de que puede tener su final antes de lo esperado? ¿Verdad que las promesas de amor eterno y la visión de haceros viejos juntos inundan vuestras mentes? Sin daros cuenta, os predisponéis a sufrir.
No sabemos tener pareja sin esa necesidad de poseerla, de tenerla para nosotros solos, de preocuparnos por si se interesa por otras personas, de empezar a desconfiar de que nos puede dejar. ¿Cuál es nuestra reacción? Enfados, celos y una clara lucha para dejar claro que es para nosotros solos.
Debemos abrir nuestras mentes, dejar esta relación de amor-posesión que ya ha quedado tan anticuada. Ahora, podemos ver ese amor-posesión como un amor-tener. Tenemos a esa persona que comparte su vida con nosotros, pero que no poseemos pues es libre.
Pero nos encanta creer en los finales felices y en las películas románticas que no muestran ni una pequeña parte de lo que sucede en la realidad.
¿Cómo ves tú las relaciones? ¿Te cuesta amar sin poseer? Tan solo debemos reflexionar sobre esto y empezar a cambiar nuestra percepción. El amor debería ser felicidad y libertad, no sufrimiento ni posesión.